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Última actualización: 26 de abril de 2024
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¿Podría mejorar la empleabilidad de las mujeres con el sistema de cuidados?

15 de julio de 2022
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El desafío del cuidado de las niñas y los niños afecta de manera desproporcionada a las familias de naciones con economías medias, y aún más a las mujeres. Ocho de cada 10 hogares con madres trabajadoras que no tienen acceso a cuidado infantil se encuentran en uno de esos países.

De acuerdo con el reporte «El cuidado infantil público beneficia a los niños y las madres: Evidencia de un experimento nacional en un país en desarrollo, contar con un sistema de cuidados aumenta 12 puntos porcentuales el trabajo de las madres”, lo cual mejora su economía y la del país.

La investigación también mostró un impacto positivo en las habilidades socio emocionales de infantes que reciben atención en centros de cuidado. Es probable, dice el informe, que esos efectos se manifiesten en los ingresos que generarán cuando entren al mundo laboral.

El estudio fue elaborado por Andrés Hojman, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Florencia Lopez Boo, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y publicado en el Journal of Public Economics. Es la “primera evaluación aleatoria de un programa de cuidado infantil a escala en un país en desarrollo”, sostienen.

Esta evaluación la realizaron en Nicaragua, donde el gobierno puso en marcha el Programa Urbano de Bienestar para la Niñez. “Un esfuerzo a gran escala” para aumentar la disponibilidad y la calidad de centros de atención, llamados Centros Infantiles Comunitarios (Cico) para familias en pobreza extrema que viven en las ciudades.

En México, operó hasta 2019 el Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras, por medio del cual centros particulares recibían dinero público para cuidar a infantes de mujeres que laboran en la informalidad y no cuentan con la prestación de guarderías.

El actual gobierno lo cambió por el Programa de apoyo para el bienestar de las niñas y niños, hijos de madres trabajadoras. Éste consiste en un apoyo económico entregado a las mamás, padres solos y tutores para que lo gasten en el cuidado infantil, no necesariamente en un centro especializado.

La investigación concluyó que el costo-beneficio de los Cico es “altamente rentable, lo que proporciona evidencia alentadora para que los países en desarrollo fomenten tanto la participación laboral materna como el capital humano a través de políticas para la primera infancia”.

Ventajas adicionales de un sistema de cuidados

El Senado tiene pendiente la aprobación de una reforma constitucional que dará pie a la creación de un sistema nacional de cuidados. Hasta ahora, la iniciativa no ha sido tomada como una prioridad para ninguna de las bancadas, sólo es parte de las agendas de legisladoras feministas como Patricia Mercado (Movimiento Ciudadano) o Martha Lucía Micher (Morena).

De aprobarse, el Congreso estaría obligado a crear la ley del sistema nacional de cuidados. Con ello quedarían más claras las obligaciones que tienen las instituciones del Estado para crear políticas públicas y programas de cuidado.

En tanto, la academia y organizaciones como el BID realizan investigaciones que muestren las ventajas de contar con centros de atención infantil.

Un hallazgo en este estudio es que, si dichos centros son de calidad, “involucran más activamente a los padres. Este resultado es clave porque, a pesar de la frecuente conjetura de que la calidad es importante, hay pocos estudios con datos disponibles para probar esta hipótesis”.

Equilibrar el tiempo de cuidado entre los papás, los centros y las mamás permitirá que las mujeres ingresen al mercado laboral y lo hagan en mejores empleos, pero también sus hijos e hijas cuando se conviertan en personas adultas.

En América Latina y el Caribe “las brechas socioeconómicas en el desarrollo infantil se observan principalmente en el desarrollo cognitivo y del lenguaje de los niños”, y brechas “pronunciadas en las habilidades socio emocionales”.

Estas últimas competencias “se desarrollan mejor en los niños cuyos hogares ofrecen acceso a materiales y actividades de juego”. Por ello, si los hogares pobres no cuentan con ellos, un centro de atención infantil les ayudará más.

Y existe “relación entre las habilidades socio emocionales y los salarios”. Estas herramientas que nos permiten a las personas entender y regular nuestras emociones, desarrollar mejores relaciones y tomar decisiones responsables “son altamente predictivas de ganancias futuras, incluso más que los puntajes de las pruebas cognitivas en muchos casos”, concluyó el estudio.

Con información de: El Economista