Un vistazo hacia los nuevos espacios de trabajo

En los últimos años, las nuevas generaciones han ido empujando importantes cambios en la cultura organizacional de las empresas en las que laboran. A diferencia del profesional de hace 30 años, los empleados de hoy dan mayor relevancia al ambiente laboral, que al sueldo que perciben.

Ante todo, buscan que la cultura de la compañía donde trabajen sea empática con sus valores, ideales y expectativas. De lo contrario, pierden el interés por trabajar ahí, o su productividad es muy baja.

Estas nuevas generaciones simplemente dan por hecho que los espacios de trabajo les brindarán lo que están buscando. Asumen que las empresas están actualizadas en cuanto a las últimas tendencias de diseño corporativo, incluyendo espacios abiertos, colaborativos, iluminados naturalmente, ergonómicos y flexibles. En pocas palabras, esperan que el diseño de sus espacios de trabajo les provoque una sensación de bienestar y confort; y si una organización no cumple sus expectativas en este sentido, se sorprenden y deciden terminar la relación laboral.

Ante esta dinámica totalmente diferente, las oficinas se han adaptado a esquemas de trabajo flexibles, eficientes, interactivos, multidisciplinarios, libres de estructura de género, entre otras características. En pocas palabras, se volvieron flexibles al cambio.

Pero… ¿qué será ahora de las oficinas, tras el gran impacto y cambio de paradigma en la forma de trabajar provocados por el COVID-19?

Sin duda, los CEO’s, y en particular los responsables de las áreas de Recursos Humanos, deberán seguir encontrando la forma de atraer y retener al talento correcto. Tomando en cuenta que los humanos somos “entes sociales” por naturaleza, no hay duda de que la gente preferirá regresar a sus lugares de trabajo.

Sin embargo, las empresas deberán tomar en consideración factores ahora fundamentales, tales como garantizar y preservar la salud y seguridad de sus colaboradores.

Algunos elementos que considero deberán incluirse en los nuevos espacios de trabajo son:

• Diseño basado en el distanciamiento social; es decir, privilegiar la distancia de al menos 2 metros entre un colaborador y otro.
• Redensificación de las estaciones de trabajo: esto podría lograrse asignando a algunos colaboradores a trabajar de manera rotativa desde sus casas, o incluso cambiarlos a otra oficina de manera temporal. Probablemente, se debería reconsiderar la asignación dinámica o “no asignación” de los lugares de trabajo, para regresar a un espacio fijo por colaborador. Podría ser por un tiempo específico, para después ser asignado a otro lugar, siempre y cuando esas nuevas posiciones sean previamente desinfectadas.
• Fomentar hábitos de higiene entre los colaboradores, y protocolos de estricta limpieza tanto de sus áreas de trabajo, como en áreas comunes.
• Mejorar y monitorear de manera permanente los sistemas de filtración del aire acondicionado.
• Indudablemente, la tecnología jugará un papel indispensable en esta nueva realidad, o “the new normal”. Los edificios mismos, o más bien, sus dueños, deberán tomar en consideración nuevas formas de operar los inmuebles, buscando mitigar los riesgos de posibles pandemias en el futuro, e incluso riesgos de ciberseguridad, con base en procesos más sofisticados y seguros de automatización y conectividad remota.

Finalmente, considero fundamental que los directores de las empresas se mantengan flexibles y abiertos ante las nuevas formas de trabajar. Sin duda, el confinamiento nos ha enseñado a ser mucho más colaborativos, y podría decir hasta creativos. Esto seguramente permeará cuando regresemos a la oficina. Nuestra comunicación probablemente mejorará, al igual que los procesos de trabajo. Dejemos que estos procesos sigan su cauce natural. Sin duda, la oficina seguirá siendo el lugar para reforzar tanto nuestra cultura corporativa, como las relaciones con nuestros compañeros de trabajo.

Por: Alberto Laris Pacheco
Socio Director de Desarrollo Estratégico y Relaciones Públicas
GAYA Sinergia Constructiva