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La revolución cuántica de los recursos humanos

La Teoría cuántica revolucionó la ciencia al exponer los principios que rigen el mundo que hay más allá de los límites observables del átomo, el tejido esencial de la materia y la energía.

El universo de la dirección de personas es mecanicista, muy determinado y predecible y limitado con frecuencia a la escala de la «plantilla» o de esa categoría tan reductora de la persona que es la de «empleado» y su experiencia. Pero el mundo que existe por debajo de la escala departamental, el de los «quienes» o individuos, comparte muchas de las características y propiedades del mundo cuántico.

Crear entornos estables para que los «quienes» liberen toda la energía de la que son capaces depende de saber interpretar adecuadamente ese mundo cuántico humano que existe, pero es tan ignorado como en su día lo fueron sus lejanos primos de la física y la mecánica. La revolución de la ciencia puede estar llegando a las organizaciones.

Desde hace muchos más años de los que muchos desearíamos, la función de gestión de personas –de talento, de recursos humanos, de valores y cultura…- anda buscando, descartando y volviendo a buscar, un cuadro racional y teórico para acomodar adecuadamente las grandes cuestiones intelectuales y prácticas que debe manejar a diario: la concepción de la persona, la motivación, el compromiso, el rendimiento…

En esa búsqueda personal, la física cuántica y su creciente protagonismo en el intento de comprender nuestro cosmos y nuestros microcosmos me han cautivado. Su penúltima realización práctica -el ordenador cuántico- tiene perspectivas de transformar radicalmente nuestra capacidad de procesar datos y de avanzar aceleradamente en muchos campos de la ciencia aplicada.

Mi sorpresa ha sido creciente y no pequeña, cuando he ido descubriendo que los principios de la física cuántica podrían ser también un campo de inspiración y comprensión de la gestión de personas. La terminología clásica de “Recursos Humanos”-que detesto, valga la confesión- tiende a una concepción mecanicista, causal y limitada de la persona. Pero lo que va más allá de la mera observación visible nos indica –como ocurre con la teoría cuántica- que no todo es tan determinado como parece.

¿Me dejáis repasar algunos de los principios del universo cuántico y ver cómo os suenan aplicados a las personas?

El principio de incertidumbre de Heisenberg dice que no se puede predecir lo que va a ocurrir. Aunque tengamos todos los datos, sólo podemos predecir la probabilidad de que algo ocurra. Si repetimos el mismo experimento en las mismas condiciones, unas veces dará un resultado y otras veces otro. Pienso que es cristalino que las personas reaccionan así; no hay garantías de que la más sofisticada o sencilla práctica de gestión de personas produzca necesariamente un resultado predecible.

El principio de complementariedad de Bohr dice que aparecen juntas propiedades aparentemente contradictorias. Por ejemplo, un electrón o un fotón son, al mismo tiempo, una onda y una partícula. ¿No es así nuestra gente? Un empleado medio y gris de nuestro equipo, ¿no puede ser un genio organizativo fuera de nuestras paredes? Un directivo engreído y tiranuelo, ¿no puede ser al mismo tiempo un pobre ser enfermizo y esclavo de sus inseguridades? ¿Dejamos de ser padres, socios, amigos al fichar?

La ecuación de Schrödinger describe matemáticamente la onda de probabilidad. El electrón, como onda, puede estar en cualquier parte del Cosmos. La probabilidad de que esté en un lugar u otro no es la misma.  ¿Dónde está realmente cada persona cuando está en su puesto de trabajo?, ¿qué probabilidad hay de que esté centrada en dar lo mejor de sí para alcanzar los objetivos de la empresa o de que su interés se centre en buscar otra oportunidad, reservar sus fuerzas y capacidades para ese proyecto que tiene con otros?

Sólo por el hecho de observar la realidad influimos en ella. Otro gran principio de la mecánica cuántica; algo a lo que la ciencia no se había enfrentado nunca. ¿Nos hemos enfrentado nosotros? Cuantas veces hablamos de People Analytics, de mediciones de clima, de encuestas de satisfacción, de observación de “momentos de la verdad” …como si nuestro objeto de observación fuera un monolito parlante o una triste manzana cayendo de un árbol. Este principio es tercamente aplicable: las personas modificarán -probablemente- su comportamiento, su comunicación y sus emociones cuando se sientan objeto de observación. Modificarán la realidad -probablemente- para adaptar la percepción observable a la expectativa que intuyen en el observador. Nos la darán con queso, vaya.

Me gustaría profundizar más en estos conceptos. Creo que no podemos verificar que nuestra realidad inmutable clásica está siendo cuestionada en su concepción científica y pretender que un fenómeno similar no debe aceptarse al hablar de las personas.

Acabaré parafraseando al profesor Feynman en su brillante ejercicio de humildad científica tras toda una vida dedicada a intentar entender nuestro Universo: «Creo que puedo decir con seguridad que nadie entiende a la PERSONA cuántica«.

Enrique María Rodríguez Balsa
Grupo Synerlab / Alcalá-Farma
Director Recursos Humanos
enrique.rodriguez@synerlab.com

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Bohr, ciencia, cuantica, física cuántica, Heisenberg, revolucion, teoria cuantica

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