«Equipos invencibles»: Rubén Duque
Con un relato épico y profundamente humano, Rubén Duque abrió su conferencia con una imagen ancestral: hace 50 mil años, nuestros antepasados dibujaron en las cuevas una escena que resumía el mayor aprendizaje de la humanidad: la vida es un deporte de equipo. A partir de esa metáfora, Duque construyó un viaje emocional y práctico sobre el sentido del liderazgo, la confianza y la cultura de colaboración que convierte a los grupos en verdaderos equipos invencibles.
El punto de partida es contundente: tres de cada cuatro equipos no funcionan. La falta de cohesión, confianza y propósito genera pérdidas económicas, deterioro del bienestar y, en algunos casos —como en el sector médico— incluso muertes evitables. Para Duque, la raíz está en que “nadie nos ha enseñado a jugar en equipo”. Promovemos técnicos brillantes que fracasan como líderes; ascendemos especialistas sin formarlos en lo humano. Así, el mundo corporativo está lleno de excelentes gestores, pero escasos líderes.
A través de su experiencia como entrenador de la Selección Mexicana de Rugby, Duque ilustró cómo la confianza, la vulnerabilidad y el propósito común pueden transformar resultados. Al asumir el mando, llevó al equipo del puesto 77 al 41 del ranking mundial, demostrando que el talento técnico suma, pero el factor humano multiplica. El secreto: liderar con el ejemplo —“el ejemplo es la orden moral”—, ganar confianza a través de la congruencia y poner siempre la misión al centro, no el ego.
Duque propuso una distinción poderosa entre gestión y liderazgo. El gestor domina lo técnico; el líder trasciende hacia lo intangible: confianza, compromiso, amor, respeto y lealtad. El liderazgo auténtico —dijo— es el arte de influir en los intangibles para transformarlos en tangibles. La productividad no es el fin, sino la consecuencia de cuidar a las personas. “Una empresa puede ser una casa —donde la gente está junta— o un hogar —donde la gente está unida—. Lo intangible es lo que da sentido y permanencia.”
El liderazgo, dijo, no consiste en influir desde el propio mundo, sino en liderar desde el mundo de los otros. Su anécdota del vestidor del equipo mexicano —donde los jugadores escuchaban a Luis Miguel antes de un partido— mostró que liderar es entender qué conecta emocionalmente con tu gente, no imponer tus propias motivaciones.
El cierre fue una poderosa reflexión sobre el legado. Inspirado en los All Blacks de Nueva Zelanda, Duque habló del whakapapa (ser eslabón de una cadena infinita) y el taonga (el jersey como tesoro prestado que se honra y se deja mejor). Así, cada persona debe preguntarse: ¿cómo dejarás tu empresa, tu familia o tu equipo gracias a tu paso por ellos?
“Ser invencible”, concluyó Duque, “no es ganar siempre, sino honrar el escudo, servir a la misión y dejar el jersey —tu legado— en un mejor lugar. “Elige liderar con propósito, sirve al equipo y deja huella eterna”.
Y goza de los beneficios que tenemos para tu empresa
HAZ CLIC AQUÍ
