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Última actualización: 22 de octubre de 2025
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De la Casa Blanca a tu empresa: lo que los líderes de RH deben saber sobre los agentes de IA y el futuro del trabajo

22 de octubre de 2025
Christopher Surdak

La ponencia inició con una presentación biográfica atípica y fascinante. El conferencista relató cómo comenzó su carrera construyendo satélites para la NASA, antes de pasar al mundo de los negocios, la ciberseguridad y el ámbito legal.

Su trayectoria, que combina ingeniería, derecho y estrategia, le permitió abordar la inteligencia artificial (IA) desde un ángulo poco común: el del especialista que conoce tanto la promesa como las fallas de la tecnología. Surdak es un ingeniero que ama la innovación, pero que insiste en anticipar el error antes de que ocurra.

Desde el principio lanzó una advertencia: la IA generativa —esa que hoy utilizamos en plataformas como ChatGPT— no es magia, aunque a veces lo parezca. Recordó que únicamente han pasado tres años desde su aparición pública, y que la versión más reciente aún está lejos de cumplir las expectativas.

“Medio éxito no es fracaso”, dijo, pero insistió en que para aprovechar una herramienta tan poderosa hay que entender también cómo puede fallar. Su mensaje fue claro: el peligro no está en lo que la IA hace mal, sino en no saber cuándo lo hace.

El expositor invitó a reflexionar sobre la velocidad con que el mundo adopta nuevas tecnologías. De la máquina de vapor al internet y de ahí a la IA, los periodos de adaptación se acortan. Hoy, los individuos y las organizaciones tienen menos tiempo para comprender, regular y asimilar los cambios.

Esa aceleración genera una tensión inevitable: el avance técnico nos deslumbra, pero también nos incomoda. Su propuesta es aceptar ese malestar como parte del crecimiento y aprender a sentirnos “cómodos con la incomodidad”.

A lo largo de la charla, el especialista abordó la dimensión ética y cognitiva de la IA. Explicó que los sistemas actuales piensan como cerebros “izquierdos”: lógicos, analíticos, pero incapaces de sentir. Esa carencia emocional, dijo, puede derivar en un comportamiento “autista” o incluso “sociopático”, si la humanidad no equilibra la lógica con empatía.

Aquí introdujo una distinción fundamental: entre lo “correcto” y lo “justo”. Una máquina puede ofrecer una respuesta correcta, pero no necesariamente la más humana o ética. En ese espacio, afirmó, reside la verdadera inteligencia humana.

Christopher Surdak propuso un concepto propio: la “ciborgización”, entendida como la integración armónica entre humanos y tecnología. No se trata de sustituir personas, sino de potenciar sus capacidades. Para ello, retomó las ideas del filósofo de la gestión Edward Deming y las tradujo a un decálogo de acción empresarial: estrategizar, sinergizar, armonizar, estabilizar, optimizar, supervisar, escrutar, actualizar, socializar y humanizar. Cada verbo es, en su visión, una práctica que combina pensamiento técnico con liderazgo consciente.

El punto más fuerte de la conferencia fue un recordatorio: la IA no es un “software” que se instala, sino una nueva fuerza laboral digital que requiere acompañamiento, reglas, retroalimentación y sentido de comunidad. Las empresas que adopten la tecnología sin propósito corren el riesgo de perder su capital más valioso: la confianza y la creatividad humana. “No se instala la calidad, se trabaja todos los días”, dijo, adaptando la frase de Deming al contexto digital.

Finalmente, cerró con una reflexión profundamente humana: el éxito de la inteligencia artificial dependerá de nuestra capacidad para amar lo que nos hace humanos. Si la tecnología no amplifica la empatía, el propósito y la colaboración, estaremos creando herramientas más frías que útiles.

Su mensaje para los líderes de Recursos Humanos fue contundente: supervisar, cuestionar y humanizar cada implementación tecnológica. En un mundo donde lo “correcto” puede no ser lo “justo”, la tarea esencial de la gestión del talento será mantener viva la chispa humana que ninguna máquina puede replicar.