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Última actualización: 19 de abril de 2024
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¿Cómo generar espacios para hablar sobre la ética en los centros de trabajo?

3 de septiembre de 2021
¿Cómo generar espacios para hablar sobre la ética en los centros de trabajo?

La inclusión de la ética en la cultura organizacional no es opcional, sino indispensable. En el lugar de trabajo, la ética se refiere a la forma en que los empleados se gobiernan a sí mismos, pero también alude a cómo las organizaciones tratan a sus proveedores y clientes, y cómo se comunican interna y externamente.

Un lugar de trabajo verdaderamente ético modela su comportamiento de arriba hacia abajo y de adentro hacia afuera. La ética es indispensable para promover la rendición de cuentas: qué tanto los individuos como la organización asuman la responsabilidad de sus acciones y decisiones. De ahí la importancia de que los empleados estén en condiciones de hablar sobre lo que les preocupa a este respecto.

Sin embargo, dichas circunstancias no suelen ser tan propicias como se amerita. De hecho, un estudio de Gallup entre empleados de Francia, Alemania, España y el Reino Unido reveló un panorama desolador:

  • Sólo uno de cada cuatro (25%) confía en que su empresa siempre hará lo correcto en lugar de buscar únicamente su propio beneficio.
  • Sólo uno de cada tres (34%) cree que su empresa jamás le mentiría a los clientes ni les ocultaría información relevante.
  • Menos de tres de cada 10 (29%) consideran que sus compañeros de trabajo siempre hacen lo correcto por sus clientes.

Afortunadamente, la encuesta también encontró que cuando los equipos y los gerentes discuten de manera frecuente y proactiva el comportamiento ético, el porcentaje de quienes afirman que la empresa nunca engañaría a sus clientes asciende a 49 por ciento.

El papel de los gerentes
La gestión puede hacer una gran diferencia. Cuando los líderes proactivos ofrecen a sus equipos la oportunidad de discutir y afinar su brújula moral, la consecuencia natural es que los empleados cobran mayor conciencia de sus responsabilidades.

Para dar pie a estas reflexiones, los gerentes deben procurar que temas como la integridad, la ética y la observancia estén siempre en la agenda, de tal modo que los colaboradores se familiaricen con ellos y acepten discutir las implicaciones que estos asuntos pueden tener en su experiencia laboral.

Apoyados en las normas culturales implícitas y explícitas de la organización, los gerentes pueden corregir los comportamientos inaceptables, pero lo ideal es que las discusiones en equipo establezcan claramente lo que se espera de cada colaborador y que de esa manera se prevengan problemas de esta naturaleza. Cuando estas expectativas son transparentes, los empleados pueden tomar mejores decisiones sobre integridad, ética y cumplimiento.

Es importante que durante estas discusiones se planteen ejemplos de la vida real, pues si llega a presentarse un dilema ético en el lugar de trabajo, los colaboradores contarán con cierta experiencia, aunque sólo se trate de planteamientos hipotéticos.

La observancia es otro tema que debe abordarse en el marco de la ética, pues el cumplimiento de reglamentos y estatutos es un componente de la gestión de riesgos, los cuales pueden ser de la naturaleza más diversa: desde litigios, multas, pérdida de la confianza del cliente hasta una alta rotación de personal.

El papel de los líderes
Los líderes son los responsables de crear una cultura que fomente el comportamiento ético. Si la cultura organizacional promueve que los empleados reflexionen y cuestionen los escenarios del lugar de trabajo, automáticamente se dispondrá de una plataforma para airear las preocupaciones sobre situaciones éticas y resolverlas de manera adecuada y oportuna.

En este sentido, ante un estilo de liderazgo autoritario, los empleados difícilmente se animarán a externar sus inquietudes, mientras que los líderes que están dispuestos a tratar a sus subordinados como socios estarán en mejores condiciones para identificar situaciones conflictivas y evitar que se conviertan en un desastre.

Un factor indispensable para el comportamiento ético en las organizaciones es el ejemplo, pues somos los líderes quienes modelamos actitudes y comportamientos. De ahí la necesidad de actuar en congruencia con los principios y valores de la organización y la sociedad. Quizá en ello reside una de las mayores y más complejas responsabilidades del liderazgo y de ahí la importancia ejercerlo de manera consciente y procurar prácticas que constantemente refuercen el comportamiento íntegro y la probidad.

Publicado en El Economista.