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Aprende a controlar tus emociones en el trabajo

1 de agosto de 2022
julio

En 1993, Anne Kreamer era vicepresidenta del canal para niños Nickelodeon, y celebraba con su equipo una alianza con Sony por $25 millones de dólares. Mientras festejaba el éxito tras 18 meses de arduas negociaciones, recibió una llamada inesperada.

Su asistente le informó que del otro lado de la línea esperaba Sumner Redstone, presidente de la compañía y socio mayoritario de Viacom, Inc. Casa matriz de Nickelodeon.

Kreamer se sintió halagada al pensar que el presidente la estaba llamando para felicitarla de manera personal, pero se sintió aturdida cuando el esperado reconocimiento fue en realidad un minuto y medio de gritos y reclamos.

Redstone tenía en mente adquirir Paramount Communications y esperaba un alza significativa de las acciones de Viatcom tras el anuncio del trato con Sony, el precio de las acciones no subió como deseaba y Redstone desquitó su enojo culpando a Kreamer de lo sucedido.

Desconcertada y enojada, Kreamer rompió en llanto frente a sus colaboradores, los felicitó y les dio el resto de la tarde libre. Más tarde se sintió humillada y culpable por no haber podido dominarse tras el incidente.

Kreamer no perdió su empleo, trabajó para Nickelodeon otros 2 años y 7 meses más, pero seguía reflexionando sobre ese episodio de su vida profesional, que la inspiró a escribir su libro It’s always personal: Navigating Emotion in the New Workplace.

Sentir enojo, frustración, miedo, ansiedad y estrés en el trabajo es absolutamente normal, sin embargo, la cultura laboral que predomina hasta ahora impulsa a los trabajadores a reprimir sus emociones y estallar en cualquier otro lugar, menos en la oficina.

¿Qué hacer para no perder el control?

Debes reconocer lo que estás sintiendo, ignorar tus emociones no te permite asumirlas y superarlas. El riesgo es convertirse en una olla de presión y estallar en el momento menos adecuado.

Tampoco actúes por impulso, será contraproducente si respondes una agresión con otra, por ejemplo. Cuando te enfrentes a una situación que te impacta de manera negativa debes tomarte un tiempo para analizar qué la provoca, qué te hace sentir y cuál es la mejor forma de enfrentarla.

Aquí te damos algunas recomendaciones para abordar con Inteligencia Emocional algunos de los sentimientos negativos típicos en el trabajo.

Enojo

El primer paso es identificar qué te está molestando. Si el enojo puede desencadenar tu ira, lo más prudente es despejarte. Toma 5 minutos para salir de la oficina, da una vuelta o simplemente siéntate un momento a ordenar tus ideas.

Controlar el enojo no significa reprimirlo, una vez que te has serenado, tienes que actuar. Primero aclara ¿qué te ha enojado? ¿está en tus manos controlar la situación? ¿puedes lograr que otros modifiquen la actitud que te molesta? Si la respuesta es sí, actúa, pero siempre estando relajado.

Ansiedad

Las situaciones desconocidas, inesperadas o inciertas pueden causarnos mucha ansiedad. Generalmente involucran circunstancias que están fuera de nuestro control, por ello generan estrés y miedo.

La ansiedad se desencadena cuando pensamos una y otra vez en un tema sobre el que no tenemos oportunidad de acción. Por ejemplo, si te preocupa que a tu empresa le está yendo mal y quizá te despidan, deja de pensar en la difícil situación que enfrentarás si pierdes el trabajo.

En lugar de agobiarte por algo que todavía no ocurre y sobre lo que no puedes influir, dedica tu energía en acciones positivas: recorta tus gastos y abónalos a tus deudas, pon al día tu currículum, piensa en otras formas de ganar dinero.

Frustración

Cuando trabajamos duro y no obtenemos el resultado esperado aparece la frustración, que a menudo nos bloquea y nos hace pensar que todo esfuerzo es inútil y que no hay otras soluciones posibles.

En lugar de interpretar las situaciones como ‘fracasos’, míralos como intentos, y tómate el tiempo de evaluar la estrategia y aprender del error. Ejercita tu paciencia y prueba otra vez.

Decepción

¿Acudiste a la entrevista y no volvieron a llamarte? ¿Esperabas un ascenso y se lo dieron a otro? Es fácil sentirse decepcionado cuando las cosas no suceden, pero no sirve de mucho estacionarte ahí.

A menudo nuestros fracasos parecen más importantes de lo que son, analiza qué fue lo que no funcionó y decide qué harás diferente la próxima vez.

Rechazo

El rechazo duele. Puede disminuir nuestra autoconfianza y seguridad, pero también pone a prueba nuestra perseverancia.

Deja de pensar en que otros te descalifican o te juzgan, mejor piensa ¿de quién proviene el rechazo? ¿puedo obtener una crítica constructiva? ¿es una oportunidad de mejorar?

Envidia

Desear lo que otros tienen es un sentimiento negativo en el ámbito laboral, incluso puede ser destructivo.

Limitarse a sufrir por la ‘buena suerte’ de los demás sin tomar acción en mejorar nuestras propias conductas, es un sentimiento inútil. Una persona segura de sus capacidades y que tiene deseos de superarse y crecer no sentirá envidia, observará en el otro lo positivo y lo utilizará para ir tras sus propios objetivos.

¿Has sentido alguna de estas emociones en el trabajo? Cuéntanos cómo lo has manejado

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