Revista CREANDO VALOR RH = AMEDIRH =

confianza en medio del caos se han convertido en ventajas competitivas. La inteligencia emocional es un atributo y una necesidad organizacional. La tercera dimensión es la adaptativa. El liderazgo contemporáneo exige flexibilidad mental, disposición al cambio y una profunda curiosidad estratégica. Esto implica pasar del control rígido a la experimentación consciente; del miedo al error al aprendizaje rápido; del pensamiento lineal a la visión sistémica. La adaptabilidad, entendida como la capacidad de moverse con agilidad entre lo incierto y lo posible, es la esencia del liderazgo estratégico actual. Recursos Humanos, en este contexto, juega un papel determinante para rediseñar los programas de desarrollo ejecutivo y que la formación de líderes se convierta en un proceso continuo. No basta con enseñar metodologías ágiles o herramientas tecnológicas; hay que aprender a pensar diferente. Formar líderes capaces de anticipar, conectar y actuar es el mayor reto. Manejar la incertidumbre no significa eliminarla. Es operar dentro de ella con sentido y dirección. Por eso, el desarrollo del liderazgo busca resiliencia, en lugar de certezas. Los líderes preparados para el futuro combinan pensamiento estratégico con humanidad, tecnología con propósito, y riesgo con visión. La pregunta que toda organización debería hacerse hoy es simple, pero decisiva: ¿estamos desarrollando a líderes que aprendan a dirigir en medio de la tormenta o seguimos esperando a que vuelva la calma? Concebir el futuro para manejar la incertidumbre La incertidumbre se ha vuelto el terreno natural del liderazgo, y no obstante, abundan los líderes que actúan como si el futuro fuera una extensión predecible del pasado. Vivimos en un entorno donde la disrupción dejó de ser una excepción para convertirse en norma y la pregunta ya no es qué va a cambiar, sino qué estamos haciendo para estar preparados cuando ocurra. En el pasado, incluso reciente, como líderes hemos sido formados para la estabilidad, no para la ambigüedad; para planear, no para reinventarnos. Y ese desfase explica por qué, aun reconociendo la necesidad de anticiparse, muchas organizaciones se paralizan cuando el entorno exige adaptación inmediata. Concebir el futuro consiste en la capacidad de imaginar escenarios posibles, no como ejercicios teóricos, sino como plataformas para la acción estratégica. En palabras de Terence Mauri, autor de The Upside of Disruption, “en la era de lo ilimitado, no arriesgarse es, en sí mismo, un riesgo”. En este sentido, el líder que actúa en medio de la incertidumbre necesita dominar tres dimensiones de preparación. La primera es la cognitiva, que implica aprender más rápido que la competencia. El pensamiento crítico, la lectura de tendencias y el análisis de datos predictivos son habilidades vitales. No se trata de acumular conocimientos, sino de traducirlos en decisiones. La segunda es la emocional. Los equipos observan a sus líderes no tanto por lo que dicen, sino por cómo se comportan frente al riesgo. La serenidad, la empatía y la capacidad de mantener la Por: Lic. Mauricio Reynoso, DIRECTOR GENERAL DE AMEDIRH EDITORIAL 4 CreandoValorRH | Noviembre - Diciembre 2025

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